lunes, 22 de diciembre de 2008

La leyenda de La Papisa Juana



A caballo entre el mito y la realidad se encuentra una historia que siempre me pareció fascinante. Si bien hoy en día se da por falsa (aunque durante siglos se tuvo como real) me parece un claro ejemplo del papel que la historia (o los que la escriben) siempre o casi siempre nos han reservado a las mujeres: el ostracismo. Además ilustra, aunque sea solo a modo de leyenda, lo complicado que era para cualquier mujer el poder acceder a privilegios reservados exclusivamente para el hombre, tales como el acceso a la cultura o el conocimiento.

Fue el escritor religioso Juan de Meilly en el siglo XIII, el primero que recogió por escrito la historia de La Papisa, aunque era una historia bien conocida desde mucho tiempo antes.

No existe unanimidad en casi nada de esta historia: hay quien data el nacimiento de Juana alrededor del año 855 y hay quién la data en el 1011. Unos dicen que nació en Alemania de padres ingleses, otros que en Inglaterra de padres alemanes. Otros dicen que en algún punto de Europa del Este.

Aunque como véis son muchas las versiones que de esta historia existen, yo voy a contar la que leí hace tiempo y que además es la que más me gusta.

La joven Juana se cria en un ambiente familiar excesivamente duro, incluso para la época, con un represivo y déspota cabeza de familia que para más inri, era sacerdote. Juana presencia desde muy niña, no solo la diferencia de trato "logica" que su padre le dispensa por una lado a ella y por otro a sus dos hermanos varones, sino también las continuas palizas y vejaciones a las que sometía a su madre y que posteriormente prentende extender a ella. Quizás para huir de su triste realidad o quizás impulsada por su espíritu rebelde e inquieto, Juana comienza a sentirse atraída por los libros y escritos (casi todos religiosos) que su padre poseía.

Como no podía ser menos, su padre se horroriza ante el hecho de que una mujer muestre el más mínimo interés por aprender y por formarse, y sobre todo al descubrir atónito que su hija menor era muy superior en agudeza mental e inteligencia a sus dos hermanos varones.

Ante este panorama a Juana no le queda otro remedio que huir de su casa, y tras varias aventuras, que además le sirven para conocer al que sería su mentor y maestro, finalmente recala en el único sitio donde realmente podría das rienda suelta a su sed de conocimiento: un Monasterio.

Evidentemente Juana tiene que hacerse pasar por varón, lo que en principio no le iba a costar demasiado, ya que nuestra heroína carecía de la gracia y delicadeza que se le supone a toda mujer (?), sino que más bien era bajita y algo regordeta, aunque eso si: poseía unos bellísimos ojos llenos de bondad y curiosidad por todo lo que la rodeaba.

Y así es como casi sin darse cuenta, Juana buscando conocimiento, hace una carrera dentro de la Iglesia.

En su vida monacal, es bautizada con el nombre de Iohannes Anglicus (Juan el Inglés), destacando sobre todo en sus funciones como copista. Además Juana tuvo la fortuna de viajar por toda la Cristiandad: Dicen que estuvo en Constantinopla y también en Atenas, donde cuentan que aprendió medicina con un famoso Rabino de la época. Finalmente terminó sus viajes en Roma, dónde gracias a su erudición y a su encanto personal, llegó a convertirse en la mano derecha del Pontífice León IV, ocupándose de los asuntos internacionales del Papa.

Juana, bueno Iohannes, pronto se ganaría la fama de hombre bondadoso y sabio entre el pueblo de Roma, y dado el lugar privilegiado que ya ocupaba, no fue complicado que fuera elegida Papa a la muerte de León IV, convirtiéndose así en el Papa Juan VIII (o Benedicto III, según otras fuentes...).

Todo iba más o menos bien, hasta que Juana se reencuentra con el que fuera su mentor, el único que conocía su secreto (unos dicen que era embajador Sajón en Roma, y otros que formaba parte de su guardia personal). Sea como fuere, lo cierto es que Juana sucumbió a los pecados de la carne, y quedó embarazada.

Juana consiguió camuflar su estado gracia a los anchos ropajes, e incluso había hecho planes con su amante para huir lejos de todo y de todos e intentar convertirse en una familia normal, pero como si de un castigo divino se tratara, el parto le sobrevino inesperadamente en plena procesión papal en las calles de Roma y ante miles de fieles que no daban crédito a lo que estaban viendo.


Juana dando a luz en plena procesión

No se sabe mucho más de la historia. Cuentan que la vida de Juana termina en ese mismo instante. Una versión dice que víctima de la cólera de la turba que se sintió engañada y ofendida porque una mujer que había mancillado la silla de Pedro; otras versiones dicen que como tantas miles de mujeres de aquel tiempo, murió víctima del parto.

Dicen que en el lugar del suceso, en una calle cercana a San Juan de Letrán en Roma, existe una inscripción que reza " P.P.P.P.P.P." Petre, Pater Patrum, Papisse Prodito Partum (Pedro, Padre de los Padres, favoreció el parto de la Papisa) y por supuesto, esta es una vía que los papas de todos los tiempos desde entonces evitan a toda costa en cualquier procesión camino de Letrán (Catedral Romana).

Cuentan también que "desde entonces cada nuevo Papa electo debía sentarse en la "sella stercoraria" un asiento (se dice que de pórfido) con un agujero en el centro y someterse a la verificación táctil por medio de un eclesiástico encargado de ese menester. El ritual, agrega la leyenda, culminaba cuando el inspector ad hoc exclamaba: Duos habet et bene pendentes (Tiene dos, y cuelgan bien) que establecía claramente la, al menos sexual, virilidad del Pontífice."

Sella stercoraria


Como he dicho al comienzo de este relato, hoy en día nadie da por cierta la veracidad de esta leyenda. "Las series de Papas, pese a ciertas inexactitudes y sucesiones debatidas, está claramente establecida; testimonios materiales como monedas y medallas corroboran el hecho. En 855, la fecha más probable, fueron Papas León IV, murió ese año, y Benedicto III, además del antipapa Anastasio, las pruebas son concluyentes. No hay lugar para la mujer... como tantas veces en la historia." Pues si.

"P. P. P. P. P. P no significaría Petre, Pater Patrum, Papisse Prodito Partum (Pedro, Padre de los Padres, favoreció el parto de la Papisa) sino Propria Pecunia Posuit Patri Patrum P. es decir P (nombre de un donante desconocido) ofrece de su propio dinero al Padre de los Padres (epíteto de los sacerdotes de Mitra)"

La función de la Sella Stercoraria tampoco sería la de "palpar" la masculinidad del futuro Papa, sino que más bien se trataba de un ejercicio de reciclaje (muy de agradecer, por cierto) de la Curia Romana, que decidieron reutilizar como "tronos" los mismos idem de pórfido rojo que la nobleza romana clásica usaban como primitivos WC siglos antes.


Aunque la historia de Juana haya llegado hasta nuestros días como una leyenda, durante mucho tiempo la propia Iglesia la dió por real hasta los primeros estudios que ya en el siglo XVI trataron de rebatirla.

Dicen que tal vez fuera la Iglesia Ortodoxa quién la inventara y difundiera, tratando así de denunciar la degeneración y deprabación a la que había llegado la Iglesia Romana, a su vez que la ridiculizaba y humillaba, ya que para ellos el hecho de que una mujer ocupara ese cargo era incluso más denigrante que para la Iglesia Romana.

"Si bien la historia está llena de interrogantes, no es fácil desmentir la existencia de la papisa. Una cantidad nada despreciable de documentos –alrededor de 500– dan cuenta de su papado. Autores como Petrarca o Boccaccio la mencionan en sus escritos, documentos del siglo XV hablan de la estatua de “La mujer papa con su hijo en brazos”.

Sea como fuere, esta historia caló tan hondo, que incluso cuando allá por la Edad Media apareciera el Tarot de Marsella, Juana, con el nombre de la Papisa, se convirtió en el nº 2 de los Arcanos Mayores de la baraja, simbolizando la intuición femenina, la sabiduría y el conocimiento, aunque actualmente (y convenientemente) la carta de la Papisa se conozca más como "La Sacerdotiza", quizás de la mima manera que el culto a la Madre Tierra, diosa de la fertilidad y creadora de vida, se sustituyera por el culto a la Virgen María...


Juana convertida en un Arcano Mayor del Tarot de Marsella

Y en esas estamos, dos mil años después...

“...con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”.

Carta Apostólica.



Es posible, que efectivamente ninguna mujer ocupara nunca el sillón de Pedro y que Juana como tal nunca existiera, pero el mito representa a cada mujer que en algún momento se rebeló contra su condición, contra la sociedad de su tiempo y contra su destino...al menos es como a mi me gusta verlo, por más que seguramente, no se tratara de otra cosa que de un cuento aleccionador sobre lo que le ocurriría a cualquier mujer que lo intentase...

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