viernes, 18 de abril de 2008

De visionarios y casualidades. Parte II

Edgar Allan Poe
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Quizás Verne y Morgan Robertson sean de los casos más destacados en lo que a “premoniciones” en la literatura se refiere, pero no son los únicos.

“Un caso muy reciente es el de Gordon Thomas, que describe en una de sus novelas, "Deadly Perfume", los atentados que realizan grupos terroristas con Anthrax en diferentes ciudades del mundo. Algunas de las cosas escritas por Thomas coincidieron con los hechos que rodearon el atentado con gas sarín que tuvo lugar en el metro de Tokio. Sin embargo, en este caso parece ser que el libro sirvió de fuente de inspiración a los terroristas, y no se trata pues de una premonición.En este sentido cabe señalar que, al parecer, la Agencia Espacial Europea analiza obras de ciencia ficción en busca de proyectos viables.”

Bueno…yo no se si esto es así o no, porque no me he leído ese libro, ni conozco a nadie en la Agencia Espacial Europea…pero visto lo visto y leído lo leído, no me creería nada de este tal Gordon Thomas…y si queréis saber por qué solo tenéis que hechar un vistazo en Internet…(es uno de los colaboradores de “El Mundo” que aboga por la colaboración de ETA y Al-Qaeda).

Un caso totalmente diferente es el de Edgar Allan Poe, con su libro "The narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket” publicado en 1838. En la novela se relata como cuatro supervivientes del naufragio del bergantín Grampus, tras varios días a la deriva, deciden asesinar y devorar a uno entre ellos para asegurar la supervivencia del resto:

[...] Cuanto todos nos hubimos tranquilizado, nos pusimos a mirar la nave que se alejaba, hasta que se perdió de vista. El tiempo empeoraba y soplaba un ligero viento. En el preciso momento en que el buque desapareció en el horizonte, Parker se volvió hacia mí con una expresión en la cara que me dio escalofríos. Tenía un aire de seguridad y entereza que nunca le había observado. Antes de que despegara los labios, yo tenía el pálpito de lo que iba a decirme. En una palabra, insinuó que uno de nosotros debía morir con el fin de salvar a los demás.

Finalmente el elegido para morir en la novela de Poe fue, precisamente, el grumete de nombre Richard Parker:

[...] El rostro de Richard Parker me hizo comprender que yo me había salvado y que la muerte lo había elegido a él. Caí desmayado en el puente. Me recobré a tiempo para contemplar la consumación de aquella tragedia y la muerte de quien fuera su principal instigador. No ofreció la menor resistencia. Peters lo apuñaló por la espalda y cayó muerto instantáneamente. No quiero ser prolijo en la espantosa comida que siguió. Cosas así pueden ser imaginadas, pero las palabras carecen de fuerza para que la mente acepte el horror de su realidad. Baste decir que tras aplacar en alguna medida la espantosa sed que nos consumía, bebiendo la sangre del desgraciado, y de tirar al mar, por común acuerdo, las manos, pies, cabeza y entrañas, devoramos el resto del cadáver a razón de una parte diaria durante los cuatro imborrables días que siguieron, es decir, hasta el 20 del mes.
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En Julio de 1884, tres hombres y un joven grumete, de 17 años de edad, navegando en el yate Mignonette con destino Australia, sufrieron un percance y la embarcación terminó por naufragar. Tras 16 días a la deriva, marcados por el hambre y sed, dos de los náufragos decidieron asesinar y comerse al joven grumete, dado que éste no tenía familia a la que mantener y se encontraba ya cerca de la muerte, para así poder sobrevivir hasta que alguien los rescatase. Tras 19 días a la deriva, los tres supervivientes fueron encontrados y rescatados por el barco Moctezuma, siendo llevados de vuelta a Inglaterra.

Lo más sorprendente de este caso es que, al igual que en la novela de Edgar Allan Poe, el nombre del joven grumete del "Mignonette" era también Richard Parker.

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